15 jul 2010

MANUELA SUSPIROS Y LA ROJA

A Manuela Suspiros le falta el aire cuando recuerda la proeza de la selección española de fútbol.

Manuela Suspiros no puede dejar pasar un día más sin expresar lo que siente ante los últimos acontecimientos deportivos. No deja de asombrarse al ver de qué manera el llamado deporte Rey (tan odiado por muchos y adorado por otros) ha conseguido unir a un país, aunque sea por unos días.

Al margen de ideologías políticas, y de gritos independentistas (cada vez más apagados), ha logrado que el país sea uno solo, una única nación y que grite al mismo tiempo la palabra “GOL” (al que se le podrían dar muchos significados). Mañana la realidad le habrá quitado el maquillaje a un sueño convertido en leyenda, pero hoy esa realidad se dibuja con el color de la alegría y el júbilo de todos.

La Roja ha logrado con su hazaña de ganar su primer título mundial, ilusionar a todo un país que se ahoga por momentos y que intenta asomar la cabeza a un mundo mejor y más justo (Manuela Suspiros espera que no tarde mucho en salir del agua). Ha sido capaz de que estemos orgullosos de ondear nuestra bandera por el mundo entero, algo impensable hasta hace un par de años por sus connotaciones políticas.

El domingo 11 de Julio de 2010 el país entero se coloreó de rojo y amarillo, un rojo de pasión y un amarillo por la luz del brillo (a veces cegador) de sus jugadores, ahora héroes. Todos ellos emulando a los antiguos gladiadores romanos o a los caballeros de la Edad Media, agasajados con lo mejor de lo mejor: suculentos banquetes, espectaculares mujeres y veloces carruajes de metal. Todos quieren ser sus amigos, desde reyes a condesas descalzas.

En la memoria colectiva de todos quedarán grabados esos momentos de emoción contenida: las prodigiosas paradas de Casillas, los cabezazos de Pujol con su melena al viento (a pesar de que La Suspiros cortaría de buen agrado), las tremendas patadas de los Holandeses imitando algún capítulo de Kung Fu, las escandalosas e irritantes vuvuzelas, el Waka Waka bailado por la Infanta Elena, el Jabulani saltarín e incontrolabe, y como no el pulpo Paul, que acertó en todas sus predicciones (tranquilos, no me he olvidado de la Carbonero). Y por supuesto, el golazo de Iniesta.

Y no se olvidará por el gol en sí, sino por todo lo que trajo después. Fue una sucesión de emociones positivas: un abrazo con que los que has compartido ese gol, una llamada de teléfono, un beso, un mensaje, fue mejor que fin de año. Todo era algarabía y bullicio, y el entusiasmo generalizado era contagioso. A Manuela Suspiros se le llenó el alma de un sentimiento de orgullo por ser española (que como diría el Rey), la llenaba de satisfacción…

Ganar la Copa hizo feliz a todos los españoles, incluso a los que odian el fútbol. Las calles se llenaron de jolgorio y alborozo (algunos algo pasadillos en copas), y por primera vez los “españolitos” se echaban a la calle para celebrar con una sonrisa algo bueno y legendario. Para cantar: “Yo soy español” y para decirle al mundo entero que “VIVA ESPAÑA”, con “Ñ”.

Madrid se colapsó, se tiñó de rojo y fue la capital de todos los hispano – parlantes, y del mundo entero. Hasta el Empire State Building se iluminó con los colores de una España nueva, rindiendo tributo a la gesta conseguida. Todavía retumban en los oídos de todos el “OLE, OLE y OLE”. Y seguro que más de uno cantó “Asturias, patria querida”.

Nadie podrá olvidar las lágrimas de Casillas, que fueron las lágrimas de todos, demostrando por una vez que no todas las lágrimas son amargas. Y que también se puede llorar de felicidad.

Y qué decir del punto final, la guinda del pastel. Los triunfos se celebran con besos, y el romanticismo tuvo su huequito en el mundial. ¡Gracias Iker, gracias! Por devolverles a las españolas la fe en el hombre romántico, en el caballero al que no se le oxida la armadura, en el Príncipe al que no se le caen los guantes por dar un beso como el que tú le diste a tu Cenicienta. ¡Y es que el español cuando besa, besa de verdad!

¡Albricias, que ha ganado España! Que Manuela Suspiros se va a convertir en la “Suspiros de España” en un arranque de patriotismo futbolero…

Desde la Ciudad de los Sueños por cumplir, Manuela Suspiros quiere agradecer a la Selección los buenos momentos que le han hecho pasar, porque debido a ello, se ha reunido con amigos, se ha reído con los compañeros de trabajo, y ha disfrutado con su familia de momentos inolvidables. ¡Soñar no tiene precio!

A Manuela Suspiros le falta el aire cuando recuerda el beso de Iker a la Carbonero…