11 may 2010

MANUELA SUSPIROS Y LOS TELÉFONOS MÓVILES

A Manuela Suspiros le falta el aire cada vez que le nombran un teléfono móvil, ya que ha aprendido las cuatro cosas que no se deben hacer con uno.

La primera: nunca hacer caso a un guardia de seguridad.

Esto sucedió hace unos cuantos años, cuando los móviles empezaban a hacer furor entre la juventud y Manuela Suspiros enloquecía por las nuevas tecnologías. Daba la casualidad, de que iban a grabar en la ciudad uno de los programas con mayor audiencia de la televisión, y por supuesto, Manuela Suspiros no podía perder la oportunidad de codearse con los famosetes de turno. Se integró entre el público y se sentó en unas gradas que habían habilitado para tal evento. Se guardó el móvil en el bolsillo al tiempo que se deleitaba con el programa, deseando que la sacaran en la tele. Y de repente, notó como el móvil volaba desde la altura en la que estaba sentada para aterrizar en el suelo sin romperse. Bajó saltando como pudo los obstáculos que tenía y llegó a su objetivo: un pobre móvil desangelado y abandonado a su suerte. Manuela Suspiros intentaba colarse entre las vallas del graderío para rescatarlo, cuando notó que alguién le agarraba por el hombro y le decía que por ahí no se podía meter. Se dió la vuelta y se encontró a un guardia de seguridad con muy malas pulgas, que le advirtió (o más bien le amenazó) de que si seguía intentando pasar por ahí se vería obligado a detenerla. Manuela Suspiros no podía creer lo que le estaba diciendo, no podía esperar a que terminara el programa, tenía que recuperar su aparatito. "Pero qué se había creído ese gorila calvo de dos metros" -pensó.
Y mientras perdía su valioso tiempo discutiendo con ese ser uniformado, un niño de la calle (por llamarlo así), o un ladronzuelo, se coló entre la valla y ante los incrédulos ojos de nuestra peculiar amiga, se llevó el móvil. Ni guardia de seguridad, ni gritos, ni policía. El granujilla de medio metro se quedó con su preciado móvil mientras corría calle arriba.

Manuela Suspiros quiso matar al que velaba por la seguridad del recinto, pero nada pudo hacer. Fue a buscar a un policía, que tampoco le sirvió de mucha ayuda. Y la impotencia se adueñó de Manuela Suspiros.

La segunda: nunca dejar un vaso de agua cerca.

A Manuela Suspiros le apasiona el baloncesto. En esta ocasión, se desplazó a otra ciudad para ver jugar a su equipo. Era el partido del año, pero en su ciudad, otra historia (en realidad una historia de amor) estaba empezando a nacer, y Manuela Suspiros no podía perdérsela por nada del mundo, así es que a través del móvil le iban informando de cómo se desarrollaban tan románticos acontecimientos. Se compró un vaso de agua que puso a su lado (dar gritos de ánimo te deja sequito), y siguió el transcurso de un inolvidable partido que su equipo estuvo a punto de ganar (de nos ser por los arbitros, un triple en el último segundo le hubiese dado la victoria). Terminado el partido y con la euforia y la emoción de lo que pudo haber sido (y no fue), cogió el móvil para llamar a su amiga y saber cómo iba el romance.
Pero la sorpresa fue grande cuando Manuela Suspiros no encontraba su móvil. Buscó y buscó, hasta que lo encontró. Sí, lo descubrió ahogado en el mismo vaso de agua que ella había puesto una hora antes allí.
El móvil estuvo en coma tres días, y al tercero resucitó (como mandan las Sagradas Escrituras), pero nunca fue el mismo. Eso sí, hoy por hoy todavía funciona, aunque no vamos a decir marca alguna para no hacer publicidad gratuita.

Y sí, aquel amorío llegó a buen puerto. Y la esperanza se adueñó de Manuela Suspiros.

La tercera: nunca tentar a la suerte con un cubo de agua.

A Manuela Suspiros le encanta darse relajantes baños de sal, con la penumbra de unas perfumadas velas y algo de música de sirenas. Pero Manuela Suspiros también es humana y debe hacer sus tareas domésticas (a pesar de ser una princesa). Y en una de estas sesiones, perdió su tercer móvil. Se metió en su bañera de mar, pero dejó un cubo con una fregona fuera, y como no, su teléfono muy muy cerca.
Y cuando más relajada estaba, sonó el móvil. Sí, a nadie se le ocurre llevarse el sonido cuando quieres estar en silencio, pero Manuela Suspiros es así, es única. Sacó una mano para coger la llamada y en lugar de eso le dió un golpe y escuchó un "chof". Efectivamente, una vez más, el móvil aterrizó o más bien amerizó en el cubo de agua con detergente y dispuesto para limpiar el suelo.
En esta ocasión, y ante los desesperantes intentos de salvarlo, no sobrevivió. Eso sí, un aprendizaje sacó Manuela Suspiros de todo esto: jamás abrir el móvil y secarlo con el secador de aire caliente, si lo haces quemas los circuitos y le destrozas las entrañas.
Con mucha suerte se podría salvar con aire frío, sí con mucha suerte. Y la incomprensión se adueñó de Manuela Suspiros.

La cuarta: nunca...

La cuarta y última (y no por ello la menos importante), es algo difícil de creer. Y viendo la tendencia de Manuela Suspiros de remojar sus móviles, es posible que el agua sea también la protagonista. O quizás no. Pero esa es otra historia...

4 comentarios:

  1. Jajaja jajaaa.... Que bueno Señorita Suspiros!!! Lo siento por sus aparatitos, pero, yo he pasado un buen rato leyéndolos. Estoy impaciente por ver la cuarta cosa que nunca hay que hacer... Besos apretaos!

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  2. Manuela Suspiros14 de mayo de 2010, 9:12

    Muchas gracias, Olga... A Manuela Suspiros le reconforta que la lean... Un besote

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  3. Cuántos recuerdos y cuánta sinceridad en lo que cuenta la Srta. Suspiros!! Yo también estoy deseando leer el cuarto mandamiento...

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  4. Srta. Marian, estamos en proceso creativo del cuarto mandamiento... espero que sea de su agrado...

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